-REPORTAGE GRÁFICO-
En la mañana del día 30 de diciembre de 2017 tuvo lugar la inauguración del nuevo local del CENTRE ZEN NALANDA de la calle Agregació 44 de Barcelona. Fue un acto alegre y emotivo que contó con la presencia de socios y amigos, y que tuvo como colofón la Ceremonia de las 108 Golpes por el Nuevo Año.
Aquí os dejamos una colección de fotos del acto, y el discurso inaugural leído por el presidente de la Associació Nalanda, Josep Manuel Sosen Campillo, que fue acompañado en su intervención con palabras de Anna Alabern, secretaria del Consell de la Associació Namasté de Barcelona, entidad que ha servido de matriz para la refundación de Nalanda, y de Thubten Wangchen, director de la Casa del Tíbet de Barcelona, gran amigo de Jesús Martínez Bueno, fundador de Nalanda, que glosó su figura y efectuó una interesante aportación sobre el budismo y la vida cotidiana de cada uno.
También estuvo presente Andreu Estany, en representación de la Coordinadora Catalana d'Entitats Budistes.
FOTOS: Esther Ventura
Thubten Wangchen colocando una khata al Buda del Centre Zen Nalanda |
Anna Alabern, secretaria del Consell de la Associació Namasté, en sus palabras de intervención |
Bendición del espacio del Centre Zen Nalanda |
Thubten Wangchen efectuando su intervención |
Inicio de las ofrendas de flor, vela e incienso al Buda |
Dando los golpes asignados al gong en la Ceremonia de los 108 Golpes |
Josep Manuel Sōsen Campillo, Thubten Wangchen |
Anna Alabern |
Thubten Wangchen, director de la Casa del Tibet de Barcelona |
Josep Manuel Sōsen Campillo, presidente de la Associació Nalanda |
Oración final |
Aperitivo de celebración |
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DISCURSO DE BIENVENIDA
Buenos días a todas y todos,
Lama Thubten Wangchen, director de la Casa del Tíbet de Barcelona
Anna Alabern, secretaria del Consejo de la Associació Namasté
Andreu Estany, miembro de la junta de la Coordinadora Catalana d'Entitats Budistes
monjes, socios y amigos de la Associació Nalanda
gracias a todas y todos por estar hoy aquí, y por apoyarnos en este día tan importante para muchos de nosotros. Para la Associació Nalanda representa un paso más en un Camino iniciado por el monje Jesús Tenko Senho Martínez Bueno, cuando el año 1983 fundó esta entidad en el número 31-33 de la calle de Montcada como entidad cultural dedicada a la Meditación Zen .
En estos 34 años de la vida de Nalanda han pasado muchas cosas. En el país, a nosotros mismos, y en esta entidad. Todo había comenzado dos años antes, en 1981, cuando el maestro Taisen Deshimaru, el difusor del Zen en la Europa occidental, fundó en aquel piso de la calle Montcada, el primer dojo zen de España, el Dojo Zen Barcelona. Cataluña, Barcelona, siempre de punta de lanza de la innovación y la iniciativa.
Haciendo un pase rápido por la historia, os contaré que diez años después, en 1991, el Dojo Zen Barcelona y la Asociación Nalanda se separaron y el monje Jesús Tenko Senho Martínez continuó en solitario en la calle Montcada como presidente del Asociación Nalanda, fundando al efecto el Dojo Zen Nalanda, que presidió hasta su muerte el 21 de octubre de 2015 a la edad de 93 años. Gracias a su dedicación y a la de varios discípulos, se impulsaron también actividades derivadas del Zen, diferentes caminos de práctica, como el Chado, el Camino del Té, el Kyudo, el Camino de la Flecha, o el Shodo, el camino de la Escritura o Caligrafía.
El empuje de Jesús Martínez también hizo que, en 1984, la Asociación Nalanda fuera una de las entidades fundadoras de la Unión Budista Europea (EBU), organización de la que él mismo fue uno de sus patrones. En 1986 Nalanda coorganizó en Barcelona la XI Asamblea Internacional de la EBU. En 1992 participó en los servicios religiosos de los Juegos Olímpicos de Barcelona, y en 2004 intervino en el Parlamento de las Religiones en el marco del Fórum Universal de las Culturas de Barcelona. En el año 2012, dos discípulos suyos llevamos la meditación en la Cárcel de Mujeres de Barcelona, actividad que mantuvimos durante un año largo.
Durante todo este tiempo, el Dojo Zen Nalanda, en la calle Montcada, tuvo una vida humilde, pero viva y ajustada a la tradición del Zen enseñada por el maestro Deshimaru. Siempre fue un lugar de poca gente, como un pequeño monasterio, pero fructífera y de referencia tal como se puede comprobar.
La muerte de Jesús en octubre de 2015 significó un punto y aparte en la vida de Nalanda. El viejo maestro murió, pero, como él mismo dejó escrito, el árbol muerto sigue indicando el camino.
En 2016, después de varias conversaciones, al pequeño Zendo Namasté del Guinardó que se había ido desarrollando en la Associació Namasté, le fue encomendado guiar el viejo dojo de la calle Montcada. Creamos una nueva junta, reorganizamos el tema de socios, y durante un año nos esforzamos en ello hasta que económicamente el proyecto se demostró inviable. Y así el mes de junio de 2017 Nalanda decidió dejar el histórico espacio de la calle Montcada y trasladar su sede al barrio del Guinardó.
Buscamos y buscamos por el barrio y, al fin, encontramos este espacio que hoy inauguramos. Os tengo que decir que la primera vez que lo vimos dijimos: "aquí? Nunca! Imposible!". Pues aquí estamos! Ha sido posible gracias al esfuerzo económico y de trabajo de su gente.
El Dojo Zen Nalanda tuvo su vida. Ahora empieza el Centro Zen Nalanda. Una nueva época necesita de un nombre nuevo.
El nombre, sin embargo, no hace la cosa, sino el espíritu de su gente. Nalanda, hoy, como ayer, sigue la práctica y las enseñanzas transmitidas por Taisen Deshimaru y por todos los maestros precedentes hasta Buda, el gran Maestro. En la entrada se puede ver: una reseña histórica, a su lado el Sutra los Kalama, palabras del Buda que son la base de nuestros principios, y encima un tangka con los 17 panditas de la histórica Universidad de Nalanda, de donde tomamos el nombre, inspirado en un poema que hizo Tenzin Gyatso, el XIV Dalai Lama.
Estos 17 sabios de Nalanda conforman la base de nuestra tradición Mahayana, el gran vehículo del espíritu del bodhisattva, el buda que renuncia a ser buda para seguir en este mundo y ayudar a los seres a su salvación: primero los demás antes que uno mismo.
Nuestras raíces son estos 17 sabios, son Bodhidharma y todos los patriarcas chinos y japoneses del Zen. Nuestras raíces son Buda, y nuestra práctica es el Zen, la meditación.
Esto es lo que significa Zen. "Meditación", ni más ni menos, aunque hoy en día el marketing consumista haga un mal uso y emplee la palabra Zen para vender cualquier cosa.
El marketing está reñido con la realidad ... porque no hay nada más sencillo que el Zen, que meditar: sólo sentarse, como decía el maestro Eihei Dogen, tranquilamente, sosteniendo una cadencia en la respiración, y dejando pasar los pensamientos.
El Zen no se puede definir. No sabemos muy bien que es el Zen. Como el Tao, no se puede definir, sino no sería el verdadero Zen. El Zen sólo se capta cuando se practica, pero sigue sin poder ser definido, porque es una experiencia personal, y cada cuales distinto. Yo no soy tú, tú no eres yo, aunque la distancia entre tú y yo es más ínfima que el grosor de un cabello. Tú empiezas donde termino yo, yo empiezo donde acabas tú. No hay dualidad, todo es continuidad en el Universo. Un círculo sin fin.
El Zen es un Camino. Un camino individual, propio, de búsqueda de uno mismo, de la verdad que anida dentro de uno mismo. Es un camino de Iluminación, de darte cuenta de las cosas tal como son. De la realidad tal como es. Es ver la luna directamente con tus ojos, utilizando tu propia experiencia, no porque alguien te lo haya dicho o explicado.
Cuando dentro de ti, gracias a la meditación, la plena conciencia, se crea la vacuidad, lo que no es nada lo es todo. Aquí es donde obtienes iluminación: cuando te desnudas de todo lo superfluo, de los prejuicios y los juicios, del prefirió o del rechazar, y te sitúas más allá de todo con la mirada interior abierta sobre todo, con el verdadero ojo de Buda. La Iluminación es ver claro, es discernimiento, es sabiduría.
Pero la Iluminación no es completa si, además de la sabiduría, no le añadimos otra cosa muy importante: la compasión. La compasión es ponerse en lugar del otro, sostenerlo por encima de tus prejuicios, velar por su seguridad, esforzarse por ayudarle en su liberación. Uno solamente es verdaderamente libre cuando lo es su mente: cuando ésta no es esclava ni del miedo, ni de la posesión, ni del deseo, ni de la avidez, ni del odio, ni de la ira. Estos son los verdaderos carceleros de la persona. Esto lo enseña la meditación.
Por eso en Nalanda definimos nuestro Zen como un Zen social, compasivo. Un Zen que se quiere dirigir a todos y, especialmente, a aquellas personas que más lo pueden necesitar por su situación personal en estado de riesgo de exclusión: los ancianos, los jóvenes, los presos, los enfermos, los que están de duelo por la muerte ...
Hablo de un Zen capaz de abrir la mano del pensamiento del practicante, y capaz de dar esta mano a las otras personas.
Esta es la misión del Centro Zen Nalanda. Os animo a todos y todas a participar.
Y por eso también os animo a haceros socios de Nalanda, porque sólo con socios tendremos los recursos humanos y económicos necesarios para poder llevarlo a cabo. Y si no os va bien, ayudáis con lo que podáis, y que esto sea vuestro ofrecimiento.
No quisiera terminar estas palabras de introducción sin manifestar mi agradecimiento más profundo por la presencia hoy aquí de las dos personas que tengo a ambos lados.
De un lado, el Lama Wangchen, viejo amigo del Jesús Martínez. Su amistad viene de lejos. Este Buda que preside nuestro altar presidió la Asamblea de la EBU en Barcelona en 1986, y en la que ambos participaron; como también volvieron a coincidir en los servicios religiosos de los Juegos Olímpicos de Barcelona'92 y en muchos otros actos.
Wangchen es un gran monje tibetano, que ama tan apasionadamente su país, y nos ha transmitido tanto a fondo su amor que se ha convertido un gran lama catalán. Gracias por tu compañía, Wangchen, Jesús estaría muy contento si hoy estuviera aquí. Me hablaba mucho de ti con la confianza que da hablar de un amigo querido; y con respeto, por lo que representas, el alma del Tíbet y la voz del Dalai Lama, en nuestro país.
También quiero manifestar mi agradecimiento más profundo, aquí a mi otro lado, por Anna Alabern, el alma de la Associació Namasté, que tanto amorosamente nos ha acogido durante cuatro años. Debéis saber que sin Anna hoy no estaríamos aquí celebrando este acto. Ella fue la que un día de 2013 me acogió en Namasté para enseñar el Zen. Allí, a base de perseverancia, se fue creando el núcleo de la nueva Nalanda.
Anna, practicante e instructora del Yoga, toda una yogui, se nos ha hecho también practicante del Zen, y siempre, siempre, nos ha animado con una alegría contagiosa a seguir adelante. Gracias, Anna, por tu desinteresada y perdurable protección, y por tu amabilidad, alegría y amor que siempre nos has mostrado.
Y también a todos vosotros, monjes, socios y amigos de Nalanda, Dolors, Sofía, Mercè, Esther V., Manel, Toni, Laia P., Laia V., Josep, Marian, Martina, Xavier, Ester R., Hermelinda, Nuria, Ghislaine, Cristian, Ángels, Eneida, Georgina, Eva, Jose, Adrià ... y a Joshu, hoy ausente.
Para todos vosotros, y a las personas cuyos nombres involuntariamente me dejo, mi más profundo agradecimiento y amor.
Que seáis todos bendecidos con una larga y afortunada vida, gozosa, y llena de bienaventuranzas.
José Manuel Sōsen Campillo Monzó